IVÁN DE LA NUEZ
La exposición reúne 70 obras de más de una treintena de artistas procedentes de Cuba (Colección Justo-Álvarez y artistas que han cedido temporalmente sus creaciones), que han desarrollado su trabajo en las últimas tres décadas. Se plantea como un ensayo visual desplegado a través de 5 capítulos: La jaula de agua - Del Nosotros al Yo - No hay tal lugar-/ Iconofagia - Apoteosis. De cara al mundo, la revolución cubana jamás necesitó un departamento de propaganda, pues este siempre estuvo bien cubierto: por Cartier-Bresson o por Barbara Walters; por Time o por la CNN; todo ello sin menospreciar a una tropa de fotorreporteros cubanos de primer nivel (Korda, Corrales, Salas, Noval). La cubana, además, fue la primera revolución de su tipo en el uso extendido de la televisión y, a diferencia de otros países comunistas, no fueron las estatuas gigantescas, sino la fotografía, la que se encargó de expandir la iconografía oficial. Esto describe el origen de la Iconocracia, un modelo de gobierno que, entre sus muchos poderes, sostuvo el enaltecimiento de su imaginario a través de la imagen fotográfica. Y esto explica que el arte cubano posterior no sólo se viera obligado a lidiar con esa tradición visual, sino también con su mitología y con la necesidad de gestionar y traspasar tanto su discurso estético como sus mitos. La exposición Iconocracia agrupa a creadores cubanos de varias generaciones. Pese a su diversidad biográfica, estética o directamente política, todos ellos coinciden en su desafío hacia lo que se ha asimilado, y extendido, como fotografía cubana. Ello no implica que los artistas del proyecto subestimen la iconografía anterior sobre la identidad cubana. Quiere decir que han sido capaces de deglutir esa iconografía con el firme propósito de armar un imaginario diferente.