MORA GARZÓN, YULIETH
En 1988, la banda española Mecano lanzó su álbum Descanso dominical. En la voz de Ana Torroja la canción u00abMujer contra mujeru00bb cruzó la multitud de agua que separa a Europa de América y a su vezrnatravesó los cuerpos de las mujeres u2014recogidos históricamente en un silencio contra el que combatimos todavíau2014 y puso a temblar a los custodios del bien, la buena moral y la normativa del cuerpo y el deseo. Ser mujer ha sido siempre habitar los bordes y resistir los modelos a través de los cuales el poder se ejerce en las sociedades de control, pero resistir significa además, como apunta Gilles Deleuze, u00abliberar una potencia de vida que ha sido aprisionada u ofendidau00bb. Creo que por eso rememoro esta canción cuando leo Una mujer sobre otra de Yulieth Mora Garzón, donde los versos afirman esa potencia de vida y al mismo tiempo nos recuerdan que hay que apegarse u00aba la raíz de un mundo nuevou00bb, como lo enuncia en el poema que abre esta edición. Al final, regresando a Mecano, u00ablo que opinen los demás está de másu00bb: el deseo, territorio cercado, dominado por una razón exacerbada que regula los cuerpos, es lo que hay que liberar. En este libro, construido como una pared con las piedras que lanzan los otros, están la dulzura, el encuentro con un milagro que nos salva, el amor y la poesía que, en palabras de Giorgio Agamben, u00abdice también el hecho de lo que está diciendo; la potencia y la impotencia de decirlou00bb.