PLUTARCO
El filó sofo nos enseñ a a escuchar a los adversarios - há biles detectores de nuestras debilidades- y a desconfiar de nuestro amor propio - el defecto má s ú til para los aduladores-, pues solo así sabremos distinguir la verdadera amistad: aquella en la que encontraremos virtud en la honestidad y deleite en el diá logo. Un bien exquisito que exige espacio, tiempo y cuidado