MUTIS DURAN, SANTIAGO
Pensarlo dos veces de Santiago Mutis En este libro, que a primera vista luce breve, pero que es más profundo que largo, Santiago Mutis nos enfrenta a lo más sustancial de sus múltiples desvelos. En estas páginas atiende, como es su arduo y tenaz empeño, los asuntos de orden estético que constituyen el núcleo de sus preocupaciones. Y lo hace tomando como referente principal sus meditaciones acerca de la poesía y la pintura, en la que resume sus inquietudes por la imagen, a la cual quisiera rescatar de su actual destino. Sus reflexiones estéticas más que conducirlo parecen arrastrarlo a hondas disquisiciones éticas, en las que fuerzas de variado calibre cohabitan y combaten. Estos ensayos, además de ser preciosos homenajes de amorosa comprensión de la obra de algunos artistas muy notables, poseen una enorme contundencia discursiva, una honrada desnudez. En cada uno de ellos las verdades, así sean las más duras, se alían con la belleza, porque el poeta bien sabe que ella es la que impide que muera de inanición toda esperanza. Constantemente, Mutis nos convoca no solo a oírlo -sobre todo en los momentos en los que pareciera hablar en voz alta consigo mismo- sino que quiere con urgencia que miremos y sintamos a través de sus palabras, que siempre parecieran elevarse con las alas heridas. Pensamiento y poesía se alimentan y se hermanan en cada línea, en cada arista del vértigo. Dolor y furia cavan estas reflexiones. Y aunque en cada uno de estos textos se hace manifiesto su amor por el arte y por la vida, nunca cejan en su inclemente acusación contra la sociedad en la que vivimos. Mutis expresa sin atenuantes el malestar que le produce el estado actual del mundo, denuncia lo miserable, catastrófico y errado de los valores que la sociedad ostenta. Pero esto lo hace de una manera virtuosa. A la vez razonada e intransigente, hermosa y profunda, evitando con acierto dejarse paralizar en el gusto por la queja o extraviar por las falsas esperanzas. Siempre procede con una implacable lucidez que está regida por una prístina intención de comprender y de rescatar. Aunque eso sí lo hace sin ofrecernos un consuelo mayor que el de invitarnos a resistir. Pensarlo dos veces es un hermoso, valiente y ejemplar desesperar sin desesperanzar. De fondo es una invitación a restablecer los diálogos críticos y al mismo tiempo es una apuesta, quizás perdida, por lo que de humano aún persiste en nosotros. Felipe Agudelo Tenorio. Septiembre 09 de 2019.