MARINA BELOZERSKAYA
Los animales exóticos siempre nos han fascinado e inspirado. Durante siglos fueron utilizados como emisarios diplomáticos y como máquinas de guerra y marcaron el reinado de numerosos soberanos, fomentaron el conocimiento y subyugaron la imaginación humana. Cuando Julio César llevó por primera vez a Europa una jirafa, los asombrados romanos la llamaron uncamellopardalis?, pues la veían como un cruce entre un camello y un leopardo. Cuando los Médici quisieron apuntalar su autoridad y presentarse ante el mundo como verdaderos príncipes, organizaron combates de animales al estilo romano y magníficas cacerías en las que, en lugar de perros, usaban leopardos. Y cuando Josefina Bonaparte creó un jardín de placer como un modo de propiciar su amor por el mundo natural y afirmar cierta independencia respecto a su ilustre marido, un temerario explorador y sus hombres afrontaron increíbles infortunios para traerle ejemplares de los especimenes vivos más extraños del aún inexplorado continente australiano.