DARÍO JARAMILLO AGUDELO
Debo cometer el error de anotar aquí sucesivas, simultáneas, intermitentes respuestas en un palimpsesto en que se acumulan, se anulan y se sustituyen explicaciones sobre por qué escribo. Escribo porque con las palabras alucino, porque así atravieso otros umbrales, porque es un oficio quieto, porque es un oficio minucioso, porque disfruto corrigiendo, buscando palabras, efectos entre palabras, resultados rítmicos, escribo porque adoro el silencio, porque me gusta estar solo, porque me salgo del tiempo, porque inventando historias me desdoblo de un modo fascinante que no sé explicar, escribo para manchar con tinta el dedo del corazón, escribo porque al rato de estar escribiendo, ya concentrado, estoy más eufórico que cuando empecé, escribo por puro placer. La ventaja que tienen todas estas hipótesis, y otras que me he dicho, es que todas son felices, hasta la única triste, que olvidé arriba, la catarsis. Se impone el hecho de que mi pasión es gozosa. (Darío Jaramillo)