GAVIRIA ANGEL, OLGA LUCÍA
Olgalucía Gaviria Ángel decide compartir con sus anónimos lectores sus múltiples dimensiones vivenciales. Imaginamos que sintió que no poseía, que no debía impedir que abordáramos El Tren de las 11:11 quienes como ella pretendemos habitar universos de reflexión y permanente interrogación existencial.
En su segunda novela, la escritora combina los momentos más profundamente simples y maravillosos de la vida terrenal con profundas reflexiones sobre la presencia perenne e incierta del amor y la muerte presentando como dimensiones simultáneas y paralelas permanentemente fortuitas, pues concede libertad a los habitantes de su novela para que en ellos coincidan sus momentos vivenciales (de ilusión prevención, aceptación, comprensión y proyección) de manera atemporal e inexplicablemente etérea.
Una vez se posan nuestros ojos en la primera línea iniciamos un utópico viaje sin retorno hacia la frontera donde lo tangible y lo místico se desvanecen para explorar las sendas confusas del amor y las fuerzas invisibles que, así como dan forma, deforman la concepción del cosmos del lector que no volverá a ser el mismo. Descubriremos que el misticismo trasciende el tiempo y el espacio, y que es la fuerza del amor laque posibilita trascender la fugacidad de la existencia terrenal en su tránsito a la eternidad.